Construido por Miguel II, déspota del Epiro, a mediados del siglo XIII, el castillo de Arta se conserva en perfecto estado y constituye un ejemplo representativo de la arquitectura civil de época bizantina y de la fisonomía medieval de Arta.
Es uno de los principales atractivos de la zona. Es la corona de la ciudad baja, el rincón más bonito de la Arta moderna.
Nada más idílico para el paseante o el visitante, que encontrarse en el pintoresco regazo del castillo, cruzar por el paseo de los guerreros, asomarse desde una torre y disfrutar de las vistas panorámicas.
La colina sobre la que se alza ya la consideraron estratégica los antiguos habitantes de Ambracia, por ello aparte de la fortaleza de la acrópolis que tenían en la colina de Peranthis, rodearon la ciudad baja con un muro que pasaba por la orilla del Arajthos.
La elevada torre del reloj frente al castillo se construyó en época otomana (1875) con mucho gusto, de modo que parece una extensión natural del muro.