En medio de la bella Koronisia, en el regazo del golfo de Ambracia, se alza sobre el extremo de la colina, como perenne atalaya de tierra y mar, el pequeño templo de la Natividad de la Virgen, remanente de un antiguo y próspero monasterio.
Se trata de una de las iglesias bizantinas más antiguas de Arta, y data de alrededor del siglo X. En la época de conquista europea y otomana contaba con numerosos monjes y conoció una gran prosperidad.
Más tarde, sin embargo, y por diversas razones, entró en decadencia hasta que a finales del siglo pasado los monjes lo abandonaron completamente.
Con todo, permanecieron hasta nuestros días, aunque dañados, como testigos de su vieja gloria, la propia iglesia y la pequeña capilla de san Onofre, a unos pocos metros al este de la iglesia.
También se conserva el antiguo pozo del que se servían los monjes, así como las ruinas de las celdas y los espacios auxiliares al sur de la iglesia.