El monasterio lo construyó en el siglo XIII Miguel Duque Komneno, déspota del Epiro. Hoy día el monasterio se conserva vivo gracias al continuo cuidado de las monjas que habitan en él.
Se trata de un monumento importante, edificado en una bella ubicación con historia y tradiciones que sobrepasan los límites habituales de un monasterio.
Sigue funcionando como convento de monjas y conserva en el exterior casi intacto su esplendor original, y en el interior su antigua atmósfera mística.
El templo está dedicado a la Natividad de la Virgen y recibió el nombre de Virgen de Abajo en contraste con el gran templo «catedralicio» de Arta, la Virgen del Consuelo (Parigorítisa).
El huerto interno realmente «viste» el patio con limoneros y naranjos, a los que se añaden parterres y jardines florales, que convierten al lugar en un auténtico «jardín de la Virgen» y compensan al visitante «invitándole» a fragantes aromas y júbilo.